miércoles, 4 de junio de 2025

Free Tour, día 2

 Desde la otra vertiente.

Costó arrancar las sábanas, Estábamos sobre aviso de que el  bunker podía alterar nuestros cerebros, aceptamos el reto y la jaqueca fue compañera de amanecer. 

El siempre estresado programa del viajero, a media tarde debía partir hacia otra comarca, obligaba a una visita express a las zonas altas de la ciudad.

Atravesando la ronda del mig, pasando por delante de un "monumento", la morada de la familia del al parecer, no tan "honorable", Jordi Pujol. El Putxet, Lesseps, Vallcarca, Valle Hebrón y Roquetes, final de la linea de bus 47.

Socorrido el recurso cinematográfico de visitar el Barrio de Torrebaró donde a mediados del siglo pasado se desarrolló una intensa lucha vecinal para disponer de un transporte y los servicios municipales básicos y que acaba con el secuestro de un autobús metropolitano en 1978.

Actualmente tiene el final un poco más allá de la Via Favencia, englobada en la Ronda de Dalt. Desde allí un microbus el 182 recorre la carretera alta de Las Roquetes  hasta llegar al antiguo castillo medieval de Torrebaró y a las viviendas construidas en su falda durante  las decadas de los 50 y 60, por los sufridos emigrantes de la península que simplemente  huían del hambre tras una post guerra deprimente. Quizá no fue tan diferente como con la actual emigración extrapeninsular. Merece reflexión.

No hay fotos, aún quedaban restos de bunker en nuestros sentidos, y no voy a dar lecciones a los senderistas de Collserola que ya deben conocerlo y sí a los del Bunker del Turó de la Rovira. Mucho mejor desde esta vertiente.

Camino del Tibidabo, por fin. Este enclave, cumbre del municipio, a algo más de 500 metros, es imprescindible para situar la ciudad a tus pies.

Vista noreste, Al fondo la antigua Térmica S. Adrià

Vista sureste, puerto.

Vistas al centro.

Sin neblina se adivinaría la Sierra de Tramuntana en la isla de Mallorca.

Carrusel a la falda del templo.

Tibidabo y su falda. (Fotos: Eva F.)

Con la pertinaz calicha y la habitual contaminación, se apreciaba una difuminada aunque no distorsionada panóramica de la urbe y su anillo costero. Hay días mas claros pero el caloret de este final de mayo nos puso de color gamba guiri.

La autora.


Bajada por la palaciega Vallvidriera, en moto, que no en avión y adelantado por ciclistas, Vila de Sarria. y de nuevo vistas a las obras del Camp Nou, esta vez con luz. Poco avance se advierte. 

Despedida con comida casera, plato de macarrones, especialidad de la pensión. cocinados en la víspera de la llegada. 

Justito tour, sin demasiada arquitectura modernista, el Palau Guell por fuera, acaso y corriendo para coger  el Metro, camino del transporte hasta el Garraf. Plaza Universitat y otra vez el intenso tránsito de la Gran Via. Esto le quedó claro, los atascos y los semáforos de Barcelona. Cuando subió al autobús con el relevo Ribetá en busca de una nueva free tour, supe que un extended play era necesario. 

Spoiler.

Con el turista facturado, volví a las reflexiones urbanas del Raval. Belloteros de Badajoz, Mangurrinos de Cáceres y Palanganeros los del Sevilla.

Viva er Betis, manque pierda.

La referencia a acequias y acueductos indicaba falta de riego y no precisamente de lúpulo.

Fin segundo día.


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